domingo, 9 de agosto de 2020

Tiempos angostos

En un tiempo en el que se premia lo mediocre, no se deja sitio a la educación y un "perdona" o un "por favor" son causa de una mirada por encima del hombro, puede que yo esté bastante fuera de lugar. Es curioso por circunstancias de la vida como nos vemos por una causa o por otra en situaciones de desventaja, moral o física, en las que somos poco menos que despojos y una mera sombra de lo que en otro momento de nuestra vida fuimos. 

Es en esos momentos cuanto una palabra o una sonrisa pueden marcar una gran diferencia. No estoy hablando de que me dejes yacer con tus mujeres, que me regales un caballo o que me brindes tus mejores vinos. No quiero de ti El Secreto del Acero. No. Sólo quiero que uses un poquito lo de la empatía, que es un invento fetén, y lo apliques.

Por causas naturales estos días estoy en el Hospital con mi hijo y tanto mi mujer como yo estamos viendo ciertos comportamientos en personas que tratan con seres humanos que le dejan a uno cuando menos pizcueto. Supongo que hay personas que tratan tanto con El Mal que se inmunizan y tienden a poner una barrera entre ellos y El Mundo, pero no nos olvidemos que tras cada expediente, tras cada etiqueta y tras cada número hay una persona con unos sentimientos y con unas necesidades que si bien no estás dispuesto a cubrir o no puedes, facilítaselo.

Una sonrisa, una mano en el hombro, un "enseguida", un "voy", un "voy a preguntar..." No creo que sea para tanto ni tan complicado.

Siempre me están diciendo que soy un poco lerdo en ese sentido, que siempre me siento mal por no llegar a satisfacer a todo el mundo y que como soy así de tonto al final hago el tonto. A veces pienso que lleva razón, que la gente como yo sólo hacemos el tonto. Pero la gente que te mira por encima del hombro, que te responde con un NO a una petición, y que, pese a que su trabajo es ese, no facilitan la vida de los demás, esa gente, tiene un sitio reservado en el universo.

Y francamente. Miro mi sitio y miro el suyo y creo que prefiero el mío. Moraleja: si no puedes ayudar, no estorbes. Si no puedes facilitar, no compliques. Si no sabes torear, pa que te metes.